¿Acaso hay en el mundo un lugar más singular que Groenlandia? No tenemos (todavía) un ranking al respecto, pero hay varios motivos para considerar a este territorio como uno de los lugares singulares más notorios del planeta.
Primero, porque es una inmensa masa de hielo. Segundo, porque mientras técnicamente está en América del Norte, su conexión con Europa es más que evidente: forma parte de Dinamarca, pero (además) es un territorio autónomo, con su parlamento, su gobierno, sus normas sociales propias. También es singular por una cuestión de mezcolanza étnica: desde que en 982 Erik el Rojo llegara a la isla, descendientes de vikingos (un 10% del total actual) e inuit (el 90% restante) han convivido, de algún modo, por aquellos lares. Y, por otro lado, no se puede dejar de destacar su exageradamente baja densidad de población: cada uno de los 55.877 habitantes de Groenlandia dispone de casi 39 kilómetros cuadrados de tierra para sí mismo.
Pero –y aquí viene el foco de este post–, pese a todo ello, Groenlandia también es un lugar singular porque su capital, Nuuk, urbe inserta en la más inhóspita de las latitudes, cuenta con un floreciente circuito de arte urbano callejero.
De Australia a Groenlandia: así nació el arte callejero de Nuuk

Considerar a Groenlandia un país otorga a Nuuk el título de capital más septentrional del mundo. Pero esto no ha impedido –sino más bien potenciado– que la ciudad haya buscado el embellecimiento de sus calles y del espacio público.
Y en esa historia hay algo bien singular. El hecho es que rozando el polo Norte –donde las temperaturas alcanzan los -20ºC en invierno– no fue sino un australiano, Guido van Helten, de quien nació la idea de llenar de color las fachadas de los bloques de viviendas de Nuuk.
“Siempre me atrajeron los lugares extremos”, dijo en su momento van Helten. “Es por ello que tenía muchas ganas de pintar en Groenlandia.” Después de proponer y refinar su idea, en 2014, el Ministerio de Vivienda de la isla les otorgó a Van Helten y su colega islandés Stefán Óli Baldursson dos paredes a gran escala para pintar y algo de apoyo en especie.

Foto de David Stanley en Flickr, bajo licencia CC BY 2.0
Ambos artistas se dividieron el trabajo. Por un lado, Baldursson (imagen superior) pintó una de las paredes representando a una mujer con un oso polar. Van Helten, a su vez (foto inferior), se basó en una foto de un cazador inuit –llamado Pooŋojorteq– tomada en 1906 en Tasiilaq, localidad groenlandesa asomada al Atlántico.
Cuando el arte reúne al 10% de un país
De algún modo, las coloridas fachadas prendieron la mecha artístico-cultural de Nuuk. Desde 2015, la capital de Groenlandia acoge el Nuuk Nordisk Kulturfestival, que bajo iniciativa local reúne a artistas de las naciones escandinavas –Islandia y las Islas Feroe incluidas– con las que la isla está tan vinculada.

Lo notable –y singular– de este festival es que, en sus sucesivas ediciones, la semana de actividades del festival ha llegado a reunir a cerca de un 10% de la población del país en torno a conciertos, exposiciones, seminarios y talleres literarios celebrados en más de 50 localizaciones de la capital.
Y es que las raíces de la escena cultural y artística de Nuuk están consolidadas. En torno al empuje del arquitectónicamente notable centro cultural Katuaq –cuyas formas algunos asemejan a la dura geografía groenlandesa y otros a las auroras boreales– la capital groenlandesa acumula más de 20 años de impulso artístico.

Entre la inauguración de Katuaq en 1997 y las fachadas coloridas de 2014, otro actor se sumó a la escena: el Museo de Arte de Nuuk, que en 600 metros cuadrados –y gracias a la donación de unos tales Svend Junge y Helene Junge– alberga 300 pinturas y 400 figuras de artesanía nacional. Como dato curioso cabe mencionar que se ubica en un antingua iglesia adventista de nombre interesante: Kissarnerqqortuunnguaq.
Y tan variopinta y multicolor se ha vuelto la escena cultural de esta ciudad de 17.000 habitantes que la marca turística de la ciudad se integra hoy en el lema ‘Colorful Nuuk’.
En cierta medida, es normal y casi necesario que haya en Nuuk una explosión cultural y una concentración de instancias interesantes, atractivas, dinámicas. La isla de la que es capital es una masa de hielo tan enorme que ninguna ciudad groenlandesa está conectada a otra por carretera, y el aislamiento, en este caso, obliga a autopromoverse desde todas las dimensiones. Que así siga.
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Un comentario en “Nuuk: artísticamente polar y colorida”