Ciudades divididas: tres paseos por Europa desde la blogosfera

¿Hay ciudades completamente homogéneas? Difícil. Cualquier núcleo urbano tiene un grado de segregación, ya sea por estrato social, por uso, o por función. Y, las causas de ello, son un reflejo de la guillotina que supone la historia. O, como diría Jorge Drexler, de la puerta giratoria que esta activa.

A veces, la historia implica, directamente, división. Y ya sea buscada o accidental, el resultado de esa disección es una categoría de lugares singulares e híbridos, el de las ciudades divididas, donde una línea determina qué parte del todo –y cuántas vidas e historias personales– queda a un lado y cuál a otro.

¿Qué implica esto? ¿Cómo es vivir en una ciudad dividida? Hemos echado un vistazo a la blogosfera para visitar tres ciudades divididas de la mano de algunas bitácoras –y sus autores– que han estado ellas. ¿Vienes?

Nicosia, la última capital dividida del mundo

¿Acaso hay una isla estratégicamente más atractiva que Chipre? Entre Turquía y Egipto, entre Grecia y las costas de Oriente Medio se encuentra esta ínsula mediterránea. Esto la ha convertido en un crisol de culturas, pero también en objeto de deseo de todas las potencias que han puesto un pie en ella.

Hasta 1960, perteneció al Reino Unido. Una vez liberada, las tensiones entre sus comunidades mayoritarias, la greco-chipriota (favorable a la unificación con Grecia) y la turco-chipriota (resistente a vivir en un estado dominado por los griegos), desembocó en un conflicto civil que perdura hasta el día de hoy. Y, del conflicto, la división de la ínsula en dos: la República de Chipre, al sur (hoy miembro de la Unión Europea, y la República Turca del Norte de Chipre (estado solo reconocido por Turquía).

Igual de curioso y lamentable es que, la capital del país, Nicosia, quedó asimismo dividida en dos. La preciosa circunferencia que conforma su centro histórico, trazada por las murallas venecianas, quedó regida por la «línea verde», que la parte por medio. Y, entre ambas partes, una Zona de Amortiguamiento que, de hecho, es responsabilidad exclusiva de las fuerzas de paz de la ONU (fotos inferiores).

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El blog Hoja de Rutas relató como es pasear por Nicosia y su línea verde hace algún tiempo:

Recorrer la Línea Verde por ambos lados es, seguramente, el mayor atractivo de Nicosia. Es sorprendente ver cómo destartaladas callejuelas desembocan en una alambrada o en una muralla de bidones de arena, de color azul y blanco en la zona griega; rojos en la parte turca.

Hoja de Rutas

Pero ¿hay esperanzas de reunificación en la ciudad? Por un lado, y según relata Guardian Cities en este minidocumental, está surgiendo una nueva generación de jóvenes que conscientemente se opone a vivir en una ciudad dividida.

Por otro lado, y tal como narran en Hoja de Rutas, las posturas oficialistas siguen siendo rígidas. Y el tiempo pasa, pero Nicosia sigue siendo la última capital dividida de Europa.

En un lado ondean las banderas de Turquía y de la República Turcochipriota junto a esbeltos minaretes. En el otro, las banderas griega y chipriota lucen al lado de los campanarios de las iglesias. Todo muy fotogénico, pero los militares encargados de vigilar la frontera suelen estar muy aburridos en sus garitas, y no merece la pena darles motivos para que te quiten la cámara sacándoles una foto carnet.

Hoja de Rutas

Baarle-Nassau y Baarle-Hertog: salir, entrar y volver a salir del país para ir a casa de tu prima

Un caso menos dramático que el de Nicosia pero igualmente peculiar es el de Baarle-Nassau y Baarle-Hertog: probablemente de los lugares singulares más notables de Europa.

¿Te imaginas tener que salir de tu país, entrar de nuevo y volver a salir de él para llegar a casa de tu prima (que vive a 800 metros y en línea recta? Bien, pues eso puede sucederte si vives en Baarle-Nassau –que pertenece a los Países Bajos– y tu familiar en Baarle-Hertog –localidad belga–. Lo curioso es que, si bien ambos municipios conforman un único núcleo urbano, están perforados por exclaves y enclaves del uno respecto al otro que conforman un mapa municipal tan agujereado como un queso de Gruyère.

La Brújula Verde estuvo en varias ciudades divididas, entre ellas la que nos ocupa ahora. Y nos explican su porqué histórico así:

La localidad de Baarle, entre Bélgica y Holanda, […] cuenta con unos 30 enclaves y contra-enclaves. Esto es, parcelas de terreno pertenecientes a un país que están rodeadas por territorio del otro y viceversa. La culpa de tanta abundacia la tienen las permutas de tierras que se produjeron desde 1198 entre los señores de Breda y los duques de Brabante.

La Brújula Verde
División de Baarle entre Bélgica y Holanda
El mapa es amarillo, porque amarillo es el queso Gruyère. Dominio público en Wikimedia Commons.

La localidad está rodeada por territorio holandés, mientras que las parcelas belgas quedan en su interior. No obstante dentro de las dos parcelas belgas de mayor tamaño, también hay parcelas holandesas. Si creen que es una locura, piensen que encima las fronteras de las parcelas discurren por calles, como en el caso anterior, pero también parten en dos viviendas y negocios.

La Brújula Verde

Efectivamente, viviendas, negocios, calles y hasta el interior de fábricas quedan divididos en dos en una ciudad donde hay parcelas pertenecientes a otro país de menos de 2.000 metros cuadrados. Y todo, absolutamente todo, queda delimitado por unas características marcas blancas en el pavimento y las paredes. No vaya a ser que uno se equivoque y acabe pagando el café en el país contrario.

Baarle-Nassau y Baarle-Hertog son lugares singulares: ciudades divididas entre Holanda y Bélgica
A un lado, NL: Holanda; al otro, B: Bélgica. Imagen de Jérôme en Wikimedia Commons bajo licencia CC BY-SA 3.0

De cerveza en cerveza entre Eslovenia y Croacia

Precisamente, lo que no podrá suceder en la taberna Kalin es que alguien acabe pagando el café en otro bar. Pero quizás sí en otro país.

Uno de los blogs sobre ciudades fronterizas y bordes divisorios por antonomasia es Fronteras. Y quién sino ellos para pasar por Kalin y relatar cómo es eso de pedirse una pinta en Croacia entrando por Eslovenia:

La taberna Kalin es un negocio esloveno a todos los efectos, dado que la puerta de entrada está en Obrežje, a apenas una decena de metros de Bregana. Tiene, sin embargo, número de teléfono en ambos municipios, que es como decir en los dos países. Las mesas donde la clientela se bebe una pivo tras otra están mayormente en Eslovenia, pero la barra y la cocina están en Croacia.

Pedirse una pinta en Croacia y acabársela en Eslovenia. Kalin, la taberna en dos países / Fronteras

Pero, ¿y por qué esta aleatoria fragmentación? La respuesta, por Fronteras:

Cuando el edificio que hoy alberga el restaurante Kalin se construyó, tanto Eslovenia como Croacia pertenecían al Imperio Austríaco, y más tarde al Austrohúngaro. Tras la I Guerra Mundial los dos países y la taberna entre ellos, formaron parte del Reino de los Eslovenos, Croatas y Serbios, más conocido por su stage name Yugoslavia. No fue hasta 1991 con el inicio de las sucesivas guerras yugoslavas cuando nuestra taberna se convirtió en un lugar binacional merced al minúsculo arroyo, cubierto décadas atrás, que discurría bajo los cimientos del edificio.

Sea como sea, lo cierto es que sería muy deseable que hoy en día cualquier división fronteriza tuviera el efecto insignificante que tiene en la actualidad la línea que parte en dos a esta cervecería eslovenocroata (ver galería inferior). Y que, dentro de un tiempo, cuando volvamos a hablar de lugares como Nicosia, se pueda ver a la gente tomando una cerveza o un café sin importar qué línea discurre por debajo de sus pies.

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Publicado por Sergio García i Rodríguez

Me llamo Sergio García Rodríguez y nací en 1990 en Canovelles, Barcelona. Soy un explorador compulsivo al que le encanta perderse investigando, leyendo y —sobre todo— escribiendo sobre (re)descubrimientos viajeros, la ‘cara B’ del mundo y sus curiosidades. Y para contagiar todo ese ímpetu eché a andar este blog, en 2019.

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