En alguna reseña leí que la escritora Elif Shafak (Estrasburgo, 1971) cuenta en su última novela Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo la historia de una Estambul que al gobierno turco no le gustaría que se contara. Directa por él, inevitable.
Tras la dedicatoria inicial que ofrece esta obra a las mujeres de Estambul, la novela de Shafak recorre la vida de Tequila Leila a través de los recuerdos que surgen en los últimos 10 minutos y 38 segundos que supuestamente el cerebro custodia cuando el corazón ya dejó de latir. Un recuerdo por cada minuto extra, un sabor, un olor a través del que descubrimos lentamente la infancia de Leila, su adolescencia, los abusos que sufre, y un intento por preservar su honor que termina por hundirla y obligarla a huir a un futuro incierto y que la acorrala.
En septiembre del año 1967, Leila llega a una calle sin salida, ni física ni mental, llena de prostíbulos autorizados junto al muelle Karaköy, cerca del Cuerno de Oro. Un lugar que en otro tiempo era una zona comercial boyante, donde el dinero cambiaba de mano a mano rápidamente y con prósperas residencias judías y levantinas. Un espacio que define a la Estambul casi olvidada y multicultural, donde conviven una escuela armenia, una iglesia griega, una sinagoga sefardí, una logia sufí y una capilla ortodoxa rusa.
“Los alrededores del puerto estaban siempre tan abarrotados que los viandantes tenían que avanzar de lado, como los cangrejos.
Jóvenes con minifalda que caminan cogidas del brazo; conductores que silbaban por las ventanillas; aprendices de las cafeterías que corrían de aquí para allá cargados con bandejas llenas de vasitos de té; turistas encorvados por el peso de la mochila que miraban alrededor como si acabaran de despertar; limpiabotas que golpeaban con los cepillos sus cajas de latón, decoradas con fotografías de actrices…, recatadas en la parte de arriba, desnudas en la inferior.
Los vendedores ambulantes pelaban pepinos salados, preparaban salmuera, asaban garbanzos y se gritaban unos a otros mientras los motoristas tocaban sin ton ni son las estruendosas bocinas. Los olores a tabaco, a sudor, a perfume, a fritangas y a algún que otro porro – aunque era ilegal fumarlos – se mezclaban en la salobre brisa marina.”
Todo eso dice sobre los olores y sabores de Estambul Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo, de Elif Shafak
El relato duele. Aunque ya sabemos cómo termina, cada recuerdo es una punzada.
Conocemos al amor de Leila Tequila, D/Alí, un revolucionario que aparece por casualidad en su vida el día en que tropas americanas piensan desembarcar en Turquía, en julio de 1968; un supuesto símbolo de prosperidad que termina con un barco que no llega a atracar en puerto.
En esta historia la pareja conversa sobre la prostitución y la revolución, presencia la construcción del puente sobre el Bósforo –el cuarto más largo del mundo– que en octubre de 1973 conectó el continente asiático y europeo tras una espectacular ceremonia pública; y llega a transitar por la plaza Taksim el día de la matanza del primero de mayo de 1977.

Además de sus recuerdos, Leila nos presenta a su “familia de agua”: sus 5 amigos y amigas, cada uno con historias poco contadas en la literatura universal: Nalan, Humeyra, Jamila, Zainab y Sinan. Son ellos quienes, tras la muerte de Leila, luchan por darle honor en su descanso eterno. Después de que su familia de sangre descarta reconocer su cuerpo, el Hospital traslada a Leila al Cementerio de Kilyos, comúnmente conocido como el Cementerio de los Solitarios.
Hoy ese cementerio acoge a refugiados y refugiadas afganas, sirias, iraquíes, somalíes, eritreas, sudaneses, nigerianas y tantas otras, que en su intento de llegar a las costas mueren y son enterradas lejos de su tierra natal, sepultadas sin orden ni concierto. Un lugar «reservado para tres tipos de muertos: los indeseados, los indignos y los no identificados.»
Después, el libro se extiende algo más de la cuenta en mi opinión, pero tras un relato que acerca a una realidad tan poco conocida o descrita, se perdona.
Instrucciones para leer Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo

📒 Nota para quien ya se ha enamorado de Estambul
El inicio de «Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo» me ha recordado inevitablemente al de «Me llamo rojo» del Premio Nobel Pamuk. Novela indispensable para conocer la Estambul de los Sultanes y los ilustradores, que invita a reflexionar sobre la contraposición oriente – occidente, antropocentrismo – teocentrismo, a vivir el amor con las complejidades culturales de la época y el lugar, y adescubrir al asesino en el laberinto de capítulos y nombres. Una trama fascinante donde hasta los perros tienen algo que decir.
🛍️ ¿Dónde encontrar el libro?
Lumen, del grupo Penguin Random House, edita en España la última novela de Elif Shafak, finalista del Premio Booker, uno de los premios más importantes de la literatura en inglés.
Aunque confieso cierto fetichismo en la compra de libros, soy también una orgullosa de la Red de Bibliotecas Municipales de Vitoria – Gasteiz, un gran descubrimiento porque logran tener hasta las últimas novedades que llenan las librerías.
🍵 ¿Con qué acompañar la lectura?
Té de cardamomo y baklava, sin duda.
🎵 ¿Qué escuchar de fondo?
Un fondo instrumental tranquilo como «Hasret«, de Omar Faruk Tekbilek.
“Estambul era una ilusión. El truco fallido de un mago.
Estambul era un sueño que sólo existía en la mente de los consumidores de hachís. En realidad no había una Estambul, había varias…
…que se peleaban, competían, se enfrentaban, cada una con la sensación de que al final quedaría una única superviviente.”
Elif Shafak, «Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo»
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