
—y una pizca de la argentina—
La Patagonia es la frontera final de América y del mundo. Es tierra de pioneros y desterrados. De migrantes y aventureros. De adaptación y viento inclemente. También de belleza: es hogar de la naturaleza más bonita, sobrecogedora y brutalmente impactante del planeta –o al menos de la que yo he visto–. Invita a la introspección y a desconectar (en el sentido literal de la palabra), y es el mejor lugar del planeta para visitar en solitario, como fue mi caso. ¿Qué más se le puede pedir a un destino?
Aquí parte una guía narrada para disfrutar la Patagonia chilena –y un pellizco de la argentina– a fuego lento, que tiene por objetivo tanto inspirar el viaje hacia esa región privilegiada y extrema del mundo como ser, por sí misma, un viaje leído y curioso. No pretende ser exhaustiva ni ordenar lo que hay que hacer o ver en la Patagonia chilena. Pero sí entregar algunas pautas para acercarse, virtualmente, al descubrimiento de la Patagonia y de algunos de sus rincones. Y, como siempre, sin prisas, que es como todo sabe mejor.

Cruce de caminos en el estrecho de Magallanes, Punta Arenas es una ciudad cosmopolita y colorida crecida a golpe de migraciones remotas –que tiene hasta un barrio croata–. Y es un prólogo fantástico para descubrir la Patagonia chilena (o la Antártida).

Camino a las Torres del Paine yace Puerto Natales. ¿Lugar de paso? Sí, pero también un rincón donde entregarse a lo que hace apasionante a la Patagonia: lo indómito y lo aislado.

Navegar los glaciares Balmaceda y Serrano es una de las mejores experiencias que la Patagonia chilena puede regalar —con cordero al palo incluido—. ¿Vamos?

Un espectáculo imponente, una mole inmensa y robusta de formas tan imposibles como impresionantemente bellas. Son las Torres del Paine, y sí: son azules.

O, lo que es lo mismo: ¿Vale la pena recorrer 700 kilómetros en un solo día para salvar la distancia que une (o separa) a la chilena Puerto Natales del argentino Perito Moreno?
❄️🏔️🧭 Una guía breve y narrada para disfrutar la #Patagonia chilena (y un pellizco de la argentina) | Por @singularia_blog
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