Viaje al silencio: 5 rincones del globo para catar la calma extrema


En su asepsia, la RAE define el silencio como la «falta de ruido». «Un amigo que jamás traiciona», dejó dicho, yendo algo más allá, Confucio. Para Jorge Drexler, quien trabaja con su antítesis, no hay «Nada más valioso que darte / Nada más elegante / Que este instante / De silencio».

El silencio será temido por algunos, pero también refugio anhelado para muchos otros. A lo segundo, por lo general, suelo tender: cuando el ritmo cotidiano de la metrópolis aturde, nada como un episodio de paz acústica para volver a echar pie a tierra.

Como si de restaurantes con estrella Michelin se trataran, hay rincones del globo especialmente proclives para degustar el silencio con altas garantías de satisfacción. Algunos son estampas concretas bajo una luz o un viento idóneos; otros, parajes que, por su magnitud o por la fuerza de su envoltorio, invitan a la introspección y a dejar las palabras de lado.

He aquí cinco de ellos. ¡Shhh, que nos vamos!


El archipiélago de Estocolmo | Provincia de Estocolmo, SUECIA

TIPO DE SILENCIO: húmedo y suave

***

NOTAS DE CATA: tómese desde un barco

Grandes, pequeñas, ínfimas… Son 221.800 islas de todos los tamaños y formas las que conforman el laberíntico archipiélago de la capital de Suecia, por el que me paseó un crucero en una mañana de septiembre de 2009.

A medida que surcas las aguas que lo circundan buscando Estocolmo, un silencio juguetón se erige como compañero más notorio de la travesía. Un silencio que, a través de la ventana del camarote, te invita a curiosear compulsivamente islote tras islote, descubriéndote postales deliciosas a las que solo les falta el marco —y a las que, probablemente, querrás teletransportarte—.

Es un silencio húmedo y salado que, con su empuje, me animó a subir a cubierta para seguir mostrándome incontables embarcaderos y casitas de película, rodeadas de verde y de un agua oscura pero brillante bajo el tímido sol escandinavo de finales de verano. El rumor del oleaje o el gorjeo de las aves bálticas acompañan la viñeta hasta que, de repente, Estocolmo y su silueta se dibujan en el horizonte, y el susurro de la capital del país de Ikea y Abba te saluda con un «Hej!».


Piedras Rojas | Desierto de Atacama, CHILE

TIPO DE SILENCIO: sobrecogedor e imponente

***

NOTAS DE CATA: apréciese su crudeza extrema

El desierto de Atacama es un lugar sobrenatural. Para el ojo foráneo, a medida que lo disecciona, todo tiene una capa de irrealidad. El silencio que se palpa, respira y sobrepone también lo es.

Entre lagunas plagadas de flamencos a más de 4.000 metros de altura y volcanes sagrados para los pueblos originarios, Piedras Rojas es uno de los parajes que mejor encarna esta sensación extraterrestre. Es una inmensa palestra al aire libre donde el viento, el sol y la lava han desembocado, implacables, en un resultado tan caprichoso como arrebatador, en un espectáculo absoluto.

La quietud y desnudez de la estampa sobrecoge, y sus dimensiones infinitas acongojan. El silencio de Piedras Rojas —fácilmente accesible desde San Pedro de Atacama en una excursión de medio día— es para los amantes de exponerse a la crudeza de los elementos, y para sentirse pequeñito por un rato que desearás que se alargue.


Fjallsárlón | Parque nacional Vatnajökull, ISLANDIA

TIPO DE SILENCIO: frágil e hipnotizante

***

NOTAS DE CATA: tómese con Sigur Rós de fondo

Fjallsarlon

La laguna de Fjallsárlón, en el sudeste de Islandia, ve como el glaciar Vatnajökull —la masa de hielo más grande de Europa— empuja porciones de blanco hacia sus aguas con un pelín más de prisa que de pausa. Aún y así, dada la magnitud suprema del escenario, los caprichosos bloques de helados que se desparraman sobre ella apenas emiten un chasquido al hacerlo para quienes, desde el otro lado, degustan este paraje desnudo y sublime.

En pleno mes de agosto y con la vecina y famosa Jökulsárlón llena hasta la bandera —bajo parámetros islandeses, claro—, Fjallsárlón se sumó a nuestra ruta erigiéndose en una alternativa y bella escena de esos silencios magistrales que a la naturaleza de Islandia le sobran. Y nos puso frente a la cara, sin oropeles, distracciones ni accesorios, el drama de los glaciares: se funden.

Si abres la boca será porque la emoción te la desencaje. Estar presente ante este confín frío y amenazado mientras las nubes corren sobre el hielo y la roca es, simplemente, un privilegio sensorial.


Explanada de las Mezquitas | Jerusalén, ISRAEL/PALESTINA

TIPO DE SILENCIO: sagrado y ancestral

***

NOTAS DE CATA: disfrútese junto a un amigo felino

Jerusalén

Tras superar la impactante escena del Muro de las Lamentaciones, ascender hasta a la contigua Explanada de las Mezquitas es aterrizar en otra dimensión contrapuesta pero igualmente punzante. Aún para los no religiosos —como un servidor—, circular por esta superficie a las silenciosas y calmadas primeras horas del día es algo magnético y apabullante.

Por sus formas, colores y destellos exquisitos, pero también por su carga simbólica y, de algún modo, su carácter de epicentro planetario. No en vano, la deslumbrante y dorada cubierta de la Cúpula de la Roca, en el centro de la explanada, resguarda un significado esencial para dos de las grandes religiones del mundo: para la tradición judía, marca el punto donde se creó el mundo; para el islam, es aquí donde Mahoma inició su viaje al cielo para encontrarse con Alá, en el 621.

A partir de las 10 de la mañana, los visitantes deben retirarse y el lugar pasa ser de uso exclusivo de la comunidad musulmana local. Esta lo empleará a modo de oratorio y plaza central y, por lo tanto, pondrá fin al silencio de este sagrado enclave por el que, ajenos a la religión y a cualquier disputa geopolítica, los gatos campan a sus anchas. Serán unos buenos compañeros de silencio para contemplar la belleza de este rincón jerosolimitano de importancia mundial, reflexionar sobre el concepto de frontera o, simplemente, sentir como la piel se te eriza al pensar en todo ello a la vez.


Cala Pilar | Menorca, Balears, ESPAÑA

TIPO DE SILENCIO: mediterráneo y transparente

***

NOTAS DE CATA: acompáñese de una tajada de sandía

Para quienes anhelan el silencio como destino, aquí va un viaje por el mundo para degustarlo con altas garantías de éxito. ¡Shh, que nos vamos!

El verano es la etapa del año más proclive a la jarana, pero también aquella donde se pone en pausa el ruido de la cotidianidad. Y, aunque al trinomio ‘playa-verano-silencio’ pueda parecer cojo de la última pata, lo cierto es que existen paraísos donde se puede disfrutar de él sin ambages. Cala Pilar es uno de ellos.

La geografía le juega una buena pasada. Tres cuartos de hora de tortuoso camino separan a este trocito privilegiado de costa menorquina del aparcamiento más cercano, y ese filtro físico tiene una correlación directa con el número de hedonistas que se digna a hacer tal travesía para pasar el día en sus aguas turquesas: muy pocos.

La recompensa fue notable cuando, en pleno agosto de 2018, se nos ocurrió lanzarnos hasta allí: casi en exclusiva, el Mediterráneo en todo su esplendor y sin distorsiones de ningún tipo. Y unas horas de puro y refrescante verano que, con su silencio benefactor, quedaron ancladas a nuestro recuerdo para la eternidad. 🔵




Avatar de Sergio García i Rodríguez

Sobre quien escribe

Hola, soy Sergio, el viajero curioso empedernido que está detrás de Singularia. Entre otras cosas, durante mis 33 años he dado vueltas por una treintena larga de países, vivido en dos continentes, estudiado seis lenguas, plantado algún que otro árbol, escrito dos libros y trabajado en Naciones Unidas. Hoy tengo el campamento base plantado en Barcelona, de donde soy, y me dedico a la comunicación y a la consultoría estratégica.

Blog de WordPress.com.